Mis crónicas de tener una lesión en el campus

January 29, 2020
Mia Salas

Cuando era pequeña, tenía miedo de bajar por el tobogán en el parque, así que pensarías que cuando me convertí en un “volador” (la chica encima de la pirámide humana) en Princeton Cheerleading, me daría miedo. Pero eso no fue lo que pasó. Claro, estaba nerviosa, pero quería hacer las acrobacias. Quería subir una y otra vez para poder perfeccionar nuestras habilidades como grupo de especialistas y como equipo. Sin embargo, en un deporte en el que estás lanzando gente al aire, es probable que haya accidentes, y un día en el campo de fútbol, ​​tuve el mío. Me caí hacia adelante, lo cual nunca es una buena manera de caer porque es casi imposible que alguien te agarre. Aterricé en e tobillo, y la semana siguiente descubrí que estaba fracturado.

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Princeton Cheer haciendo la pirámide humana en un partido de fútbol americano

En mi primer día de regreso al campus después de mi lesión, tenía muchos miedos. ¿Cómo iría de Forbes, el colegio residencial más alejado del campus superior, a mis clases con muletas? ¿Cómo conseguiré mi comida en el comedor si no puedo sostener un plato con mis muletas? ¿Cómo encontraré el tiempo para poner hielo en mi tobillo seis veces al día, como me indicó el médico? Estas preguntas nadaron en mi cabeza mientras caminaba hacia la clase de español. Admito que el primer día fue duro. Terminé encontrando mis propios medios para el transporte por el campus, me quedé en mi habitación cuando pude y tuve que parar la práctica de animadores.

Todo esto fue antes de que me diera cuenta del apoyo que la comunidad de Princeton realmente me dio y cuántos recursos estaban disponibles para mí. Conocí a alguien en el ascensor que también tenía muletas, y él me enseñó cómo usar Tiger Transit, el sistema de transporte de Princeton. McCosh Health Center también me pudo proporcionar un scooter eléctrico. El scooter fue asombroso; tenía un lugar para guardar mis muletas, una canasta en la parte delantera y trasera para mi mochila y fue decentemente rápido. ¡Casi no quería renunciarlo una vez que el tobillo se curó! Por último, no importa a cuál comedor fui; el personal de cada comedor siempre se ofreció a ayudarme a conseguir mi comida o llevar mi plato a la mesa.

Mi equipo de animadores fue especialmente solidario; todavía me incluían en sus actividades, prácticas y funciones. Mi preparatoria no tenía un equipo de animadores, pero pude probar el deporte en Princeton. Ahora, en mi segundo año con el equipo, estoy muy agradecida de que Princeton te permita perseguir tus intereses, pero también probar cosas nuevas en el campus. Durante mi lesión, me di cuenta de lo que significa pertenecer a un equipo dentro y fuera del campo.

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Princeton Cheer tomando una foto después de un partido de fútbol americano

Finalmente estoy de vuelta en mis zapatillas. Aunque al principio fue difícil, estoy agradecida por esta experiencia porque me hizo sentir muy orgullosa de ser parte de una comunidad tan amable, considerada y genuina. También sé dónde están todos los ascensores en el campus, y tengo toneladas de nuevas rutas para recorrer que no incluyen escaleras. Es increíble que Princeton, una universidad que se fundó en el siglo XVIII, sea muy accesible. Estoy emocionada de volver a la cancha una vez que esté completamente curada.

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Traduccido por/Translated by Andrea Reino '20