Algunos de ustedes que lean esto asisten a escuelas secundarias donde muchos estudiantes del último año se van a Princeton y otras universidades similares cada año. Otros lectores no conocen a nadie de su escuela que haya asistido a Princeton antes. Estoy muy orgullosa del hecho de que soy el primer estudiante de mi preparatoria en ser admitido en Princeton y creo que me ha dado una perspectiva única sobre la vida en el campus.
No voy a mentir — decidir asistir a Princeton me dio mucho miedo porque no sabía que esperar y no conocía a nadie de mi escuela que me pudiera aconsejar. A diferencia de muchos de mis amigos de la escuela secundaria, que asistían todos juntos a las universidades locales, no tenía a nadie con quien “gemelarme” las camisas el Día de la Decisión Universitaria o con quien hablar sobre la orientación del primer año. Mirando hacia atrás, sin embargo, no lo habría hecho de otra manera: venir a la universidad sin los grupos de amigos de la escuela secundaria me permitió crecer más como individuo desde el momento en que llegué al campus.
Mis preocupaciones sobre no tener apoyo aquí también eran infundadas. La experiencia del primer año en Princeton está llena de oportunidades para reunirte y hacer preguntas a los otros estudiantes y al personal profesional de la Universidad, ¡quienes a menudo están encantados de conocerte! A cada estudiante de primer año se le asigna un Asesor Universitario Residencial (RCA) y un Consejero Académico (PAA), dos estudiantes en su comunidad residencial que pueden ofrecer asesoramiento, desde la selección de cursos hasta problemas sociales. Cada estudiante también obtiene un asesor académico en su área de estudio y tiene acceso al director de estudios de su comunidad residencial para recibir una segunda opinión.
También hay varios recursos diseñados para los estudiantes de identidades subrepresentadas. Uno que viene a la mente es el Scholars Institute Fellows Program (SIFP), cuyo sitio web señala que SIFP “ofrece tutoría, enriquecimiento académico y una comunidad académica acogedora a estudiantes provenientes de entornos históricamente subrepresentados en Princeton.” Otro es el Consejo de Estudiantes de Primera Generación y Bajos Ingresos (FLiC), que también ofrece recursos similares.
Lo que he descubierto es que no hay una “forma correcta” de asistir a Princeton. Tal vez durante mi primera semana de clases, temía no tener una red de estudiantes de tercer y cuarto año a los que recurrir para mentores. Sin embargo, muy pronto, había forjado mi propio lugar en el campus. La diversidad en Princeton me ha dado las experiencias para conocer a cientos, si no miles de otros estudiantes con quienes comparto intereses y valores mucho más cruciales. ¡No hay nada que temer al forjar tu propio camino!
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Traduccido por/Translated by Andrea Reino '20